Importancia y Aplicabilidad de las Emociones en el Desarrollo Profesional del Orientador
Por Jacinto Sergent
La trayectoria de la orientación en Latinoamérica se puede decir que es corta; pero al mismo tiempo es innegable que se viene logrando una orientación impregnada de paradigmas propios de la región latinoamericana. Esta forma de acción del pensamiento se debe al interés que muestran quienes se forman para obtener el grado profesional que complemente su vocación natural por la Orientación, tal cual los requerimientos formulados en 2004 por Olivera (citado por González Bello, J. en REMO Nº 13) quien enfatiza que la carrera de orientación debe generar personas con “Conciencia crítica, autorreflexivas, emancipadas, centradas en la acción cotidiana”, actitudes que ya están presentes en muchos de los estudiantes de orientación antes de iniciar sus estudios superiores formales, lo que ha permitido un avance positivo y significativo para la orientación.
Daniel Goleman “Inteligencia emocional” (2001:179), nos ofrece un concepto acrisolado sobre las emociones:
Existe una palabra muy antigua para referirse a todo el conjunto de habilidades representadas por la inteligencia emocional: carácter. Según Amitai Etzioni, un teórico social de la Universidad George Washington, el carácter es «el músculo psicológico que requiere la conducta moral» y, en opinión del filósofo John DewCy, la educación moral es más poderosa cuando las lecciones se enseñan entremezcladas con el curso real de los acontecimientos —la modalidad educativa propia de la alfabetización emocional—, no cuando se imparten en forma de lecciones abstractas. Si el desarrollo del carácter constituye uno de los fundamentos de las sociedades democráticas, la inteligencia emocional es uno de los armazones básicos del carácter. La piedra de toque del carácter es la autodisciplina —la vida virtuosa— que, como han señalado tantos filósofos desde Aristóteles, se basa en el autocontrol.
Otro elemento fundamental del carácter es la capacidad de motivarse y guiarse uno mismo, ya sea para hacer los deberes, terminar un trabajo o levantarse cada mañana. Y, como ya hemos visto antes, la capacidad de demorar la gratificación y de controlar y canalizar los impulsos constituye otra habilidad emocional fundamental a la que antiguamente se llamó voluntad. «Para actuar correctamente con los demás debemos comenzar dominándonos a nosotros mismos (a nuestros apetitos y a nuestras pasiones)
Partiendo de la estructura del pensamiento que lo caracteriza, se puede afirmar que el orientador venezolano es progresista y por lo tanto está abierto a la innovación, democratización y revolución de la educación, claro está que tales hechos deben sustentarse sobre estudios y formulas al margen de la Modernidad pero inmersas en el modernismo, por supuesto sin dejar en el olvido aquella Orientación “primitiva” que persigue asegurar al hombre un mejor modo de vida como miembros cabales de la sociedad dentro del canon moral de su cultura, lo que de antemano ya ha hecho su fortaleza de carácter; pero adentrándose en los estudios que hablan sobre la inteligencia emocional.
Al respecto se puede afirmar que el orientador debe estar familiarizado con el entorno social para anticipar las emociones que puedan ser vividas durante el ejercicio de su profesión, por supuesto evitando crear temores y tensiones que puedan disparar falsas alarmas desde las emociones que resguardan a la vida. Es decir que el orientador debe condicionar su “potencial de afrontamiento o capacidades para controlar su reacción emocional” (Scherer, en Appraisal processes inemotion:Theory methods and research, 2001); pero sin llegar a reprimir sus propias emociones.
Según Bisquerra (Educación Emocional y Bienestar”, 2000:63) “Las emociones son reacciones a las informaciones que recibimos en nuestras relaciones con el entorno”, sentencia que reafirma la necesidad del orientador de estar familiarizado al entorno para evitar reacciones emocionales inesperadas; pero al mismo tiempo se deben manejar las capacidades del orientador para innovar, democratizar y revolucionar el tránsito de métodos clínicos desde las soluciones de los problemas individuales, el desarrollo personal, la agrupación de individuos en lo educativo, familiar, cultural, político y los asuntos que afectan su bienestar como integrantes de la biodiversidad y sus problemas ecológicos.
Para Bisquerra (Educación psicopedagógica y educación emocional en la educación formal y no formal: Artículo publicado por la Universidad de Barcelona, pág. 9) “Las técnicas y competencias emocionales tienen aplicaciones múltiples y diversas: comunicación efectiva y afectiva, resolución de conflictos, toma de decisiones, prevención inespecífica, etc.” Cita que sugiere el conocimiento previo y el dominio sobre los estados emocionales para que el orientador desarrolle un mejor trabajo profesional.
De los conceptos y análisis precedentes, se puede argumentar que gran parte de la importancia de las emociones en el desarrollo profesional del orientador se basa en el conocimiento de sus propias emociones y la habilidad de identificar las mismas emociones en otras personas, mientras que para lograr su aplicabilidad es necesario identificar y conocer el ambiente que rodea a la persona objeto de orientación.
El desarrollo de la inteligencia emocional hará del orientador un profesional centrado, capaz de auto motivarse, de perseverar ante las posibles frustraciones, regular su estados de ánimo y sobre todo controlar sus impulsos para mostrarse como ejemplo de actuación ante la adversidad y de esa manera ganar la entereza que pueda ser percibida por los orientados en edades comprendidas entre la niñez y la adolescencia. Además, el desarrollo de la inteligencia emocional permitirá al Orientador “desembarazarse de emociones negativas sin afectar al propio sujeto ni a su entorno más inmediato” (AntonioVallés. 2000, Inteligencia emocional. Aplicaciones educativas).
Un Orientador que conoce y controla sus emociones, puede fácilmente experimentar sensación de bienestar y por lo tanto influir positivamente en quienes le rodean. Y esto del conocer y controlar es mencionado por Salovey cuando subsume las “inteligencias personales” de Gardner y las organiza en cinco competencias:
1. El conocimiento de las propias emociones
2. La capacidad de controlar las emociones
3. La capacidad de motivare uno mismo
4. El reconocimiento de las emociones ajenas
5. El control de las relaciones
Las emociones positivas (alegría, entusiasmo, amor, etc.) tienen efectos beneficiosos, según Fredickson, B. “Broaden and buildtheory of positive emotions“ (2001) “… comparten la propiedad de ampliar los repertorios de pensamientos y de acción de las personas y de construir reservas de recursos físicos, intelectuales, psicológicos y sociales disponibles para momentos futuros de crisis”. Para Fredickson, las emociones positivas permiten crear reservas de optimismo capaces de minimizar gran parte de los efectos provocados por las emociones negativas que puedan presentarse en el futuro.
Aunque la carrera profesional del Orientador es joven, los avances en la aplicación de métodos científicos y técnicos la han colocado en un lugar de mucha importancia en lo social. La profesión del Orientador requiere de conocimientos suficientes para alcanzar niveles de “súperprofesional” que pueda orientar, no sólo al individuo, sino a su entorno educacional, familiar y social. Estos conocimientos y controles de lo emocional le permiten al Orientador el mayor desarrollo como persona y profesional, permitiéndole, al mismo tiempo, el control sobre su vida emocional.
Para cerrar este estudio nos permitimos citar a Golesman, en los párrafos iníciales de “Inteligencia Emocional” cuando a su vez cita a Nicómaco: “Nuestras pasiones pueden abocar al fracaso con suma facilidad y, de hecho, así ocurre en multitud de ocasiones; pero cuando se hallan bien adiestradas, nos proporcionan sabiduría y sirven de guía a nuestros pensamientos, valores y supervivencia”. He allí la importancia y aplicabilidad de las emociones en el desarrollo profesional del Orientador.
REFERENCIAS
BISQUERRA, R. (2000) Educación Emocional y Bienestar. Barcelona. Praxis
BISQUERRA, R. Educación psicopedagógica y educación emocional en la educación formal y no formal: Artículo publicadopor la Universidad de Barcelona
GOLEMAN, D. (1996). Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.
GOLEMAN, D. (2001). La práctica del a inteligencia emocional.
GONZÁLEZ BELLO, J. (2008) “La Orientación Profesional en América Latina. Fortalezas, Debilidades, Amenazas y Oportunidades”. Revista Mexicana de Orientación Educativa, 5, 13, 44-49
SCHERER, (2001) “Appraisal processes in emotion:Theory methods and research” citado por Muñoz H., N. en http://www.mailxmail.com/curso-psicologia-emociones/proceso-emocional, revisado el 20 de enero de 2012
VALLÉS, A. (2000), Inteligencia emocional. Aplicaciones educativas. Citado por Muñoz H., N. en http://www.mailxmail.com/curso-psicologia-emociones/proceso-emocional, revisado el 20 de enero de 2012
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