El Juego para la Salud Integral
La
mejor manera de aprender es aquella donde el estudiante presta la
mayor atención posible. En el caso de los niños y
adolescentes de la etapa escolar, su
mayor atención está dirigida a los juegos. Entonces ¿por qué
no educar jugando? Entre los estudiantes
siempre encontraremos esos niños que viven con una discapacidad o alguna
deficiencia motora. Para todos ellos debemos tener
presente que el juego, tomado como entretenimiento, suaviza las asperezas y dificultades de la vida,
por este motivo elimina el estrés y propicia el descanso. De allí el empeño en lograr el objetivo de
captar la atención hacía el aprendizaje, en especial de esos niños que sus
discapacidades motoras los llevan a distraer la atención fuera del material
educativo.
El juego en el aula sirve para fortalecer los
valores: honradez, lealtad, fidelidad, cooperación, solidaridad con los amigos
y con el grupo, respeto por los demás y por sus ideas, amor, tolerancia y,
además, propicia rasgos como el dominio de sí mismo, la seguridad, la atención (el estudiante debe estar
atento para entender las reglas y no estropearlas), la reflexión, la búsqueda
de alternativas o salidas que favorezcan una posición, la curiosidad, la
iniciativa, la imaginación, el sentido común, porque todos estos valores y rasgos facilitan
la incorporación en la vida ciudadana. Entonces, tratemos el juego como una forma
de adquirir aprendizajes significativos.
Para detectar y
diagnosticar posibles discapacidades en los estudiantes debe procederse a la realizar trabajos donde los estudiantes demuestren sus capacidades y habilidades motrices,
auditivas, visuales y cognitivas. Lograr su
nivelación según
la discapacidad parcial detectada puede ser
alcanzada con actividades basadas en movimientos como los descritos por Piaget (1945: 475) “El
juego es el producto de la asimilación que se disocia de la acomodación antes
de reintegrarse a las formas de equilibrio permanente, que harán de él su
complementario en el pensamiento operatorio o racional. En ese sentido, el
juego constituye el polo extremo de la asimilación de lo real al yo, y
participa al par, como asimilador, de esa imaginación creadora que seguirá
siendo el motor de todo pensamiento ulterior y hasta la razón”.
De lo expresado por
Piaget, podemos afirmar
que a través del juego, un niño con discapacidad, desarrollará un mejor
desenvolvimiento en su quehacer diario. Si bien el trabajo del docente no contempla educar a niños o adolescentes con discapacidad
motora, a través de juegos sencillos pueden ayudarlos a mejorar en sus
habilidades motoras.
Por otra parte, el estudiante,
bajo la supervisión y orientación del maestro, dará uso a sus conocimientos
previos para enfrentar dichas discapacidades.
Algunas orientaciones para que los docentes de educación primaria
puedan obtener informaciones más detalladas acerca de los juegos que permiten
al estudiante alcanzar las competencias están enmarcadas en: juegos de
ejercicios, juegos simbólicos, juegos de reglas y juegos de construcción.
De seguro que los docentes de aula encontrarán apoyo tanto en las bibliotecas
escolares como en los especialistas deportivos de sus respectivas
instituciones; pero no se trata de incrementar las horas de educación física ni
de trasladar al entrenador la responsabilidad de enseñar jugando, sino de
encontrar una manera lúdica para enseñar en el aula.
Jacinto Sergent (2012)
Imagen cortesía de munisalud.com
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